GENERALES:
1) Riesgos comunes a todas las intervenciones, que pueden derivar en fallas multiorgánicas con potencial riesgo vital. Estos riesgos aumentan dependiendo de la presencia de enfermedades crónicas (Diabetes, Enfermedades Cardíacas, Hipertensión arterial, Obesidad, Anemia, etc.)
2) Dolor en la zona operada
3) Sangramiento
4) Infección
5) Trombosis venosa profunda y/o Tromboembolismo pulmonar
ESPECÍFICOS
1) RIGIDEZ ARTICULAR
Aunque no es la complicación más frecuente, es la más invalidante, y la que compromete en forma más significativa los resultados de esta técnica. Por ello, los pacientes deben recibir kinesiterapia de manera DIARIA mientras dure la fase de alargamiento. En caso de aparecer rigidez, las alternativas van desde aumentar el número de las sesiones de terapia física, disminuir la velocidad del alargamiento (en vez de 1 mm/día, disminuir a 3⁄4 mm/día), uso de férulas u órtesis, movilización bajo anestesia, o eventualmente cirugía para liberar o alargar las estructuras que oponen resistencia a la movilidad.
2) RETARDO DE CONSOLIDACIÓN
Al someter el hueso a un alargamiento de 1 mm/día, este es capaz de regenerar simultáneamente en el espacio que se va creando. En un porcentaje menor de pacientes, ya sea por enfermedades sistémicas (diabetes, tabaquismo), o por factores locales (infección, irradiación previa, etc.), la regeneración ósea está enlentecida. De ocurrir, es necesario detener el alargamiento, retroceder el alargamiento, o aplicar injerto óseo.
3) CONSOLIDACIÓN PREMATURA
En ocasiones, ya sea por un metabolismo acelerado del hueso, o por un alargamiento muy lento, el regenerado consolida de manera tal que impide que los segmentos se sigan separando. Esto se manifiesta por la dificultad que comienza a experimentar el paciente o su cuidador para realizar la distracción del tutor externo.
4) FRACTURAS
Una vez finalizado el alargamiento óseo, el hueso puede fracturarse en 3 sitios críticos: El más frecuente es a través del regenerado óseo, que no presenta las mismas propiedades mecánicas que el hueso nativo, y es la zona más susceptible. Otros sitios de menor resistencia son los orificios que quedan al retirar los tornillos, en caso de usar Tutores externos. Menos frecuentemente, el hueso puede fracturarse en una zona distinta a las 2 anteriores, producto de traumatismo. El médico utiliza criterios radiológicos para considerar el momento óptimo del retiro del tutor, sin embargo, durante la cirugía, es posible que se percate de una menor resistencia del hueso “nuevo”. Ante esta situación, puede colocarse un yeso de protección, por un período variable de 30 a 45 días, hasta alcanzar la resistencia suficiente, o eventualmente insertar un clavo endomedular (que va al interior del hueso) que sirve como “tutor interno”, y permite mejorar considerablemente la resistencia mecánica de este.
5) LESIÓN DE NERVIOS PERIFERICOS
Como es esperable, al alargarse el hueso, también lo hacen vasos sanguíneos, músculos y nervios. A razón de 1 mm / día, rara vez se producen alteraciones de la sensibilidad. Sin embargo, pacientes con antecedentes de traumatismos previos, o en quienes se realizan alargamientos importantes, pueden desarrollar alteraciones sensitivas y/o motoras por estiramiento de los nervios, los cuales pueden estar comprimidos por cicatrices previas (en el caso de secuelas de fracturas), o “atraparse” en compartimientos específicos de la extremidad.
6) LESIÓN VASCULARES
En raras ocasiones, durante la inserción de los tornillos o agujas del tutor externo, pueden lesionarse vasos sanguíneos importantes, que requieren reparación vascular.
7) INFECCION DE INTERFASE TORNILLO-PIE
Sin duda la complicación más frecuente de la cirugía de alargamiento con tutores externos. Casi un 100% de los pacientes presenta, en algún momento de la evolución alguna infección de este tipo. La infección se manifiesta por enrojecimiento alrededor de los tornillos, aumento de volumen local, dolor y en ocasiones, secreción de líquido purulento. La inmensa mayoría corresponde a infecciones leves, que se tratan con curaciones más frecuentes (2 a 3 veces por día) y uso de antibióticos orales por períodos de 7 a 10 días, sin producir mayores consecuencias. En un pequeño porcentaje de los casos, cuando la infección no cede con estas medidas, es necesario readmitir al paciente en el hospital, para administrarle antibióticos por vía endovenosa. Finalmente, si no es posible controlar el cuadro infeccioso, el tornillo debe retirarse, lo cual permite una rápida mejoría.